miércoles, 18 de noviembre de 2009

dejar de fumar

Hay mil y un razones, como en todo algunas válidas, otras un mero pretexto. El caso es que dejar de fumar puede ser un gran paso o sólo un evento pasajero.

Yo lo dejé hace más de 8 años. Fue algo curioso, realmente puedo decir que un día se me dejó de antojar. Coincidió con una enfermedad de mi padre que lo alejó del tabaco unos meses, cuando iba a volver nos mataba la flojera de pensar en ir a comprar un cigarro… así que siempre lo atribuimos a la pereza y a nuestra complicidad (eso y ser un poco mamones, porque había cigarros en casa pero no de los que nos gustaban).

Volví hace cerca de seis meses. Si me preguntan no fue más que un berrinche, tal vez infantil, tal vez no tanto… pero berrinche al final.

Dejé de fumar un poco antes de casarme, no puedo decir que lo haya hecho “por él”, en realidad nunca ha sido mi estilo, tal vez lo hice por varias coyunturas y porque era el momento. Durante todos estos años no me hizo falta el cigarro. A veces, en el estadio recordaba la cábala de encenderlo justo con el silbatazo inicial… lo sustituí por un trago a una cerveza. En la fiesta, con los amigos… no, en realidad ahí nunca me hizo mayor falta.

Lo volví a tomar cuando decidí divorciarme. Fue algo como querer volver a ser la misma de antes, pero por favor, ¡¡¡ni lo soy, ni lo quiero ser!!!

Entonces se convirtió en una muleta, en lo que me refugiaba ante el miedo, los nervios, la inseguridad, la soledad.

Hoy me doy cuenta de que fumar es parte de algo que ya dejé muy atrás, de alguien que fui y que se quedó allá.

Tanta gente alrededor me ha dicho “no fumes”. Una mi madre, que lo ha dejado y ha vuelto un millón de veces. Otro un “amigo” que me ha demostrado que no tiene el menor derecho de opinar sobre mi vida. Otro, vendió cigarros durante 18 años de su vida… pliiiiisssss

Lo curioso es que la gente que hoy siento que me quiere ha sido muy respetuosa, seguramente en el fondo opinan que estoy tarada, pero me han dejado estarlo… y de vez en cuando se vale hacer tonteras ¿no?

Decidí que lo dejaría, otra vez, el 23 de noviembre. Fecha que marca el cierre de un ciclo, mucho más allá de lo que yo misma pensé.

No sé si lo voy a extrañar, si en un momento de enojo, molestia o berrinche lo voy a querer retomar, si voy a ser lo fuerte que otros dicen que soy. Pero sé que quiero y lo voy a hacer, porque para mí es el paso a seguir adelante, a crecer, a evolucionar, a ser lo que hoy me corresponde, con el miedo y la incertidumbre que eso represente. Porque hoy, las muletas salen sobrando.

Y como quién dice, hacia atrás ni para agarrar vuelo…

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