lunes, 7 de diciembre de 2009

vive el momento

Ni siquiera me acuerdo muy bien de cómo nos conocimos. En realidad los recuerdos son más bien de cuando ya éramos como una familia, de hecho en su momento así nos hicimos llamar. Algo mucho más cursi y sentimental que asociado con la mafia.

Teníamos 14 años, 15 los más grandes. Empezamos jugando a ser unos novios, otros amigos. Para mí, hoy somos uno de los mejores recuerdos.

Vivimos grandes aventuras, como cuando nos enfundábamos en tremendas chamarras, aún en pleno verano, para traficar con Caribe Coolers que bebíamos en el “Hórreo”, ese lugar que guardó nuestros mejores momentos, mientras fumábamos Ducados o Luky Strike. Nos escapábamos a comer. Éramos valientes de salir sin permiso en el coche del único que ya tenía permiso para conducir. Desafiando el riesgo terrible de que nuestros padres lo supieran. Corríamos a McDonald’s, comíamos a gran velocidad y volvíamos.

Sufrimos grandes decepciones, tristezas y derrotas. Fracturas de huesos, rompimientos, malos entendidos, regaños, separaciones (como cuando alguien se fue a estudiar al extranjero) y chismes. Hoy, creo que todos quisiéramos que nuestros problemas fueran como entonces. Seguramente los seguiríamos llorando tan amargamente como entonces.

Recuerdo largas conversaciones telefónicas queriendo resolver el mundo. Tardes llenas de carcajadas tratando de postergar lo más posible el momento en que nuestros padres nos fueran a buscar, fiestas en las que era imperativo estrenar ajuar.

En fin, tal vez hayan sido los típicos momentos de adolescencia que cualquiera vivió. Lo que es un hecho es que esa gente con la que lo compartí lo hizo muy especial.

Mil veces he manifestado mi agradecimiento por las redes sociales y la interacción que permiten. Justo ellas nos han vuelto a poner en el camino. Y no sólo de manera incidental, teniéndonos ahí entre los contactos y sin hacernos caso.

No, nos hemos reunido, reencontrado, reencariñado. Hoy compartimos otras cosas. Proyectos, trabajos, renuncias, matrimonios, divorcios, hijos… momentos otra vez que nos marcan la vida y que saben diferente cuando los compartes con alguien que te conoce desde que no eras ni tú misma.

Solíamos decir, casi como nuestro lema, “vive el momento”. Hoy curiosamente tal vez quisiéramos vivir aquel, pero indudablemente somos resultado de lo que durante años hemos formado. Todos tenemos razones para estar orgullosos de en lo que nos hemos convertido hoy. Pero sobre todo, todos tenemos algo de lo que fuimos entonces, nos inventamos juntos y seremos siempre producto de esos años de amistad.

A las que están más cerca, Gely y Blanca, a los reaparecidos Manolo y Elena, a los que siguen en el recuerdo Jose, Iñaki, Maggie, gracias por entonces y gracias por siempre.

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